De vez en cuando me da por sacar del armario el montón de albumes de fotos antiguas que tenemos, y esto me ha hecho pensar en algunas anécdotas de mi tierna infancia.
- Una supuesta bruja que había en mi familia le dijo a mi madre cuando aún estaba embarazada que iba a ser un niño. Mi padre cree que sólo lo dijo por joder, ya que sabía que ellos querían niña. Por si acaso tenían pensado el nombre...si hubiera sido niño me hubiera llamado Miguel.
- A mi madre tuvieron que provocarle el parto, porque por lo visto no quería salir. Y cuando salí...en lugar de llorar, como hacen todos los niños...yo gritaba. Según dijeron los presentes (es decir, el personal sanitario y mi padre) jamás habían visto, mejor dicho oído, nada parecido. Ya véis, el carácter me viene de nacimiento, literalmente.
- Nací con pelo, y bastante oscuro. Conforme fui creciendo se me fue aclarando hasta llegar el punto de tenerlo rubiiiito rubito, del color del oro. Luego se me volvió a ir oscureciendo hasta alcanzar el castaño claro de la actualidad.
- Con pocos meses tuve el problema de salud que me acompañaría ya el resto de mi vida: las anginas. Pero aquella vez fue peor el remedio que la enfermedad: el pediatra me mandó un antibiótico demasiado fuerte para una personita tan joven, y tuvieron que llevarme a urgencias.
- Recuerdo que siempre me decían lo mucho que me parecía a mi abuela paterna (que en paz descanse). Y yo siempre decía que estaban ciegos. Pero ahora que me voy haciendo mayor...cada vez me veo más parecido con ella. Y me siento orgullosa.
- Ya desde pequeña me sentía fascinada por el mundo del cine y la farándula en general, sino, mirad mis poses, con apenas 3 o 4 años:
- Hablando de cine: recibí una gran educación cinéfila, sobre todo por parte de mi tío (que casualmente tiene un aire al Obi-Wan del Episodio II. Ahora entenderéis lo de casualmente). Cada vez que íbamos a su casa por algún cumpleaños siempre nos ponía la trilogía clásica de Star Wars (es decir, la buena) y desde muy pequeñita me enseñaba los nombres de todos los personajes. De hecho, la batalla sobre el hielo del Episodio V (mi favorito), con los gigantescos AT-AT, es uno de mis más antiguos recuerdos en mi vida, por no decir el más antiguo.
- Siguiendo con el cine y, como todos sabréis, ví Willow cuando sólo contaba 5 años. Mi padre me la tuvo que grabar 3 veces porque rompía las cintas de tanto verla. También me la ponía mi tío porque sabía que me encantaba; bueno, a mí, a mi hermano y a mis primos: de hecho, su gato (que aún le tienes vivito y coleando, con 14 añacos), que era hermano de la mía, se llama Raziel. Ya sé que En la peli Raziel es una mujer, pero es que al principio pensamos que era una gata xD.
Aunque la peli me encantaba, me aterraban los perros-rata (sobre todo en la persecución del principio) y los trolls.
De ahí, de los 5 años y hasta ahora, me viene mi amor incondicional hacia Val Kilmer.
- Tendría más o menos esa edad cuando, en un descuido de mis padres, ví un trozo de la película It (concretamente la escena de la alcantarilla), y fue ahí cuando desarrollé la fobia a los payasos que me sigue atormentando. Recuerdo que en el cumple de una compañera de cole norteamericana había un payaso y tuvieron que llamar a mi madre para que viniera a buscarme porque pensaban que me daba algo entre lloros e hiperventilación. Pasé un rato jodido, la verdad.
- No todo en mi educación cinéfila ha sido positivo: de forma involuntaria, mi padre provocó que le cogiera asco a los westerns en general, y a John Wayne en particular. Le encantan, y de verlo una y otra vez...los tengo un odio horrible. Mi madre también tenía (y aún tiene) especial fijación con el Drácula de Coppola, y obviamente contribuyó bastante al hecho de que odie esa película.
- Me encantaban los dibujos animados de aquella época. Mis favoritos eran Los Mosqueperros. Aunque también Willy Fog, Oliver y Benji, Bola de Dragón, Transformers, Las Tortugas Ninja, David el Gnomo, Bitelchús... Y por supuesto también los clásicos Disney, sobre todo Peter Pan, La Bella y la Bestia, Aladdin, La Cenicienta, El Rey León, Los Aristogatos, Pinocho...
- Cuando era pequeña no tenía ningún problema con el sol. Pasaba, por mi afición a la pesca, muchas horas bajo el sol y no pasaba absolutamente nada. Ni siquiera me quemaba, a pesar de lo blanca que he sido siempre. Ha sido relativamente tarde, más o menos a los 17/18 años, cuando he empezado a desarrollar la alergia (y con ello la fotofobia) que tanto me amargan la existencia en verano.
- Algo que ahora me parece tan simple como ir de compras al centro de Madrid, cuando era pequeña me entusiasmaba sobremanera. Me hacía muchísima ilusión ir con mis padres y mi hermano (el autobús me encantaba!!), sobre todo si era navidad.

- Hablando de navidad...recuerdo cuando Cortilandia era como dios manda (y no como los cuatro muñecos mierderos empotrados en una fachada que ponen ahora). El de los dinosaurios fue bestial, aunque me daba muchísimo miedo el mamut (y a mi hermano el tiranosaurio xD).
- Cuando mi hermano y yo todavía compartíamos habitación, las noches de navidad y de reyes hacíamos elaborados planes para proceder a la apertura de los regalos. Con walkie-talkies incluidos, uno se quedaba en la habitación y otro iba al salón a inspeccionar. Si los regalos estaban ahí, por medio del walkie-talkie avisaba al otro, y ya podíamos abrirlos.
Por culpa del poco afecto que tengo por dormir, y de que cuando duermo el vuelo de una mosca me despierta...descubrí la farsa a una edad muy temprana, pero me callé para así seguir recibiendo regalos.
- Me he disfrazado de Blancanieves, de Batman (aunque era tan pequeña que se me caía la máscara) y de menina. Eso sin contar la infinidad de años que me tocó hacer de Virgen María en la obra de teatro del colegio. Siempre me tocaba a mí, no fallaba.
- Me pillé la mano derecha con la puerta de la terraza, y se me cayó la uña del dedo anular. Desde entonces me crece de una forma distinta. También puse la palma de la mano en la plancha encendida, me rajé la pierna con una lata de tomate (que me ha dejado una cicatriz bastante ancha) y me hice una herida que ocupaba todo el puente de la nariz al caerme por una pendiente de cemento (como no me estaba quieta, tragué muchísimo alcohol cuando mi tía me la curó).
- Me daba mucho miedo el afilador de cuchillos. Cada vez que le oía tocar esa especie de armónica que llevan me encerraba en mi habitación.
- También me gustaba mucho ir a la feria, en aquellos tiempos en los que los pokeros y las chonis no se adueñaban del lugar. Me gustaba especialmente la atracción de los ponys (ahora que soy mayor me alegro de que desapareciera, era una crueldad) y detestaba El Dragón porque mi padre me subió siendo practicamente un bebé y la cogí tirria. No volví a montar hasta bien entradita en años. Otra que jamás llegué a probar fue El Tren Chu-Chu, pues había un payaso que se dedicaba a echar agua con un fru-fru y a dar martillazos con un martillo de goma.
Y el algodón de azucar...qué rico!
- El día de mi comunión (la hice obligada ¬¬) la tuna me cantó Malagueña Salerosa, cambiando "malagueña" por "madrileña".
- Mi hermano iba a una academia de inglés que hay justo debajo de mi casa, y cuando se acercaba la hora de salir, yo, que soy 3 años más pequeña, decía: me voy a buscar al pitufo.
- Me gustaban mucho los trucos de magia, pero era muy torpe, así que me limitaba a ser la ayudante-gancho de mi hermano (que era el mago de verdad) cuando hacíamos los espectaculos de Magia Borrás en nochebuena, nochevieja, cumpleaños, etc.
Mi torpeza con los trucos de magia no ha desaparecido al pasar de la infancia a la edad adulta. Sólo soy capaz de hacer ese de sacar una moneda de la oreja.
Ay! tantos y tantos recuerdos! tengo muchísimos más, pero cuando me he puesto a escribirlos se me han ido olvidando. Luego me volveré a acordar cuando haya publicado la entrada, como siempre.
¡Quién fuera niño otra vez!