jueves, 27 de noviembre de 2008

Discurso de inauguración

Bueno, pues he aquí los efectos secundarios naturales del aburrimiento: he creado un blog. Como soy bastante vaga para estas cosas del inteñé, lo más seguro es que escriba de Pascuas a Ramos, pero la intención es lo que cuenta.
Como soy muy, pero que muy cinéfila, la mayoría de las entradas tratarán sobre pelis, of course. Aunque no sé, también sobre musica, libros, chanantismo y esas cosas. Y quién sabe, puede que algún día me de por filosofar (lo hago bastante a menudo, pero nunca antes había dejado constancia escrita xD). Y precisamente, en mi primera entrada he decidido filosofar, pero ha sido una filosofía prestada. Mientras me voy entendiendo con todo esto (me temo que me queda muuuucho que aprender, ya os pediré ayuda, jeje)...os dejo con un discurso del senador Robert F. Kennedy, que pronunció meses antes de que le mataran el 5 de junio de 1968, la misma noche que habría ganado las primarias de EEUU.
He de decir que no me va nada la política, pero este discurso es realmente precioso. Lo he sacado de la película Bobby. Si no la habéis visto, ya tardáis. Os la recomiendo!. En fin, que ahí queda la cosa...




«Hoy no es un día para política. Aprovecharé esta oportunidad, mi único acto de hoy, para hablarles brevemente de la insensata violencia en América, que de nuevo salpica nuestro país, y la vida de todos nosotros. No incumbe a una sola raza, las víctimas de la violencia son negras y blancas, ricas y pobres, jovenes y viejas, famosas y desconocidas. Son sobre todas las cosas seres humanos a los que otros seres humanos querían y necesitaban.


Nadie, viva donde viva, haga lo que haga, puede estar seguro de quién será el próximo en sufrir por un acto insensato de derramamiento de sangre. Y sin embargo sigue, y sigue, y sigue en este país nuestro. ¿Por qué? ¿qué ha conseguido siempre la violencia? ¿qué ha creado siempre?. Siempre que un americano pone fin a la vida de otro americano innecesariamente, ya sea en nombre de la ley, o desafiando la ley. Ya sea un hombre o una banda, a sangre fría o con rabia, en un ataque de violencia o respondiendo a la violencia, siempre que se rasgue el lienzo de una vida, que otro hombre ha tejido torpe y penosamente para él y sus hijos, siempre que hagamos eso, la nación entera será degradada. Y sin embargo parecemos tolerar un nivel creciente de violencia, que ignora nuestra común humanidad y nuestras demandas a la civilización.



Demasiadas veces celebramos la arrogancia y la chulería, y a los bravucones. Demasiado a menudo excusamos a los que quieren construir su vida sobre los sueños destrozados de otros seres humanos.



Pero hay una cosa clara: la violencia engendra violencia. La represión engendra venganza, y sólo una limpieza de toda nuestra sociedad puede arrancar este mal de nuestros corazones. Pues cuando enseñas a un hombre a odiar y a temer a su hermano, cuando le enseñas que es un ser inferior por su color o sus creencias, o las normas que sigue. Cuando le enseñas que los que son distintos a tí, amenazan tu libertad, o tu trabajo, o tu hogar, o tu familia, entonces aprende también a enfretarse a los otros. No como conciudadanos, sino como enemigos, recibiéndolos no como cooperantes, sino como invasores que subyugan y someten.



Y al final aprendemos a mirar a nuestros hermanos como extraños. Extraños con los que compartimos una ciudad, pero no una comunidad. Hombres ligados a nosotros en una vivienda común, pero no en un esfuerzo común. Sólo aprendemos a compartir un miedo común, sólo un deseo común de alejarse del otro. Sólo un impulso común de superar el desacuerdo con la fuerza.



Nuestra vida en este planeta es demasiado corta. El trabajo por hacer es demasiado grande para dejar que ese espíritu prospere por más tiempo en esta tierra nuestra. Desde luego no podemos prohibirlo con un plan, ni con una resolución, pero quizá podamos recordar, aunque sea por un momento, que aquellos que viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten con nosotros el mismo corto momento de vida. Que sólo buscan, como nosotros, la oportunidad de vivir la vida con bienestar y felicidad, disfrutando lo que la satisfacción y el logro les proporcionan.


Seguramente este vínculo de destino común, seguramente este vínculo de objetivos comunes puede empezar a enseñarnos algo. Seguramente podremos aprender por lo menos, a mirar alrededor a aquellos de nosotros, que son nuestros semejantes. Y seguramente podremos empezar a trabajar con algo más de entusiasmo y curarnos mutuamente las heridas, y convertirnos otra vez, en hermanos y compatriotas de corazón.»





2 comentarios:

Irma dijo...

Oh, yeaahh, Almuuuu!! Welcome, muchachaaa!! Qué ilusión me hace que te hayas unido a nosotros en este mundillo!!!! Aquí me tendrás siempre, fan número 1 para comentar tu Blog.

Un discurso realmente precioso. No he visto la peli, pero la tendré en cuenta desde ahora. XD

Bueno, que sepas que lo de Almu Kilmer me ha encantado, jajajajaaaa!!!

Mo dijo...

Jajaja lo de Almu Kilmer también fueron efectos secundarios naturales del aburrimiento. Como mi nombre a secas es taaaaan feo y taaaan soso...xD
Muchas gracias por el coment! un besete!