4 magníficos días que se me han pasado volando, en los que hemos dado rienda suelta a nuestras más divertidas idas de olla; entre las que se incluyen bailar mientras las cosas se cocinaban en el horno, cantar (yo cantaba en inglés, Esther me hacía los coros) mientras batíamos la masa del pastel de limón. Las de los Beach Boys se nos daban especialmente bien.
Grabar vídeos surrealistas y frikis quedando así patente (modestia aparte) nuestro gran talento como actriz (Esther) y cámara-directora (yo).
Ver películas, y películas, y más películas...y aún así nos quedaba tiempo para ir a ver a mi tía-abuela, salir todas las noches a dar nuestro paseíco, y a la vuelta pararnos en la heladería. Incluso para ir al cementerio a ver a mis abuelos (los cementerios me dan mucha paz, me gusta ir).
Obviamente, no puedo escribir todos los momentos surrealistas que hemos vivido, así que me quedo con uno: mientras veíamos "El Bosque", el aire hizo que la puerta de una de las habitaciones de la planta de arriba sonara al chocar contra el umbral. Ni Esther ni yo nos atrevimos a subir.
Rato después, y las dos de la manita, nos levantamos y subimos un poco las escaleras, lo suficiente para que Esther llegara a la puerta y pudiera cerrarla para que no hiciera más ruido. Era para vernos...¬¬. En ella es comprensible, ya que nunca había visto la peli, pero en mí, que la he visto muchísimas veces...no tengo remedio.
Aunque sin duda, la gran anécdota de nuestra estancia en Candeleda fue...Omelete. No recuerdo si fue a ella o a mí, pero a una de las dos se nos ocurrió la brillante idea de intentar hacer una tortilla de patatas. Yo jamás había pasado el umbral de la tortilla francesa, y nos arriesgamos.
Si lo llegamos a hacer aposta no nos sale. Nos quedó una tortilla deliciosa, de verdad, totalmente en su punto. Además, los huevos de corral le daban un color amarillito y quedó tan bonita que nos dio remordimiento al comérnosla. Por eso antes le hicimos un montón de fotos, como esta, en la que la sostengo orgullosa:
Después, y posiblemente como consecuencia de ese remordimiento nuestro a hincarle el diente, intentamos alargar el momento del engullimiento haciéndonos fotos parodiando el cartel de Chocolat (una de las pelis que vimos). Nos turnábamos para ser Juliette Binoche y Johnny Depp, sosteniendo un trozo de tortilla en vez de chocolate.
Pero al fin llegó el "trágico" momento, y nos la comimos. No sobró ni una pizca.
Por cierto...no, no se nos cayó al darle la vuelta; todo gracias a la fuerza de la mano izquierda de Esther (si la hubiera cogido yo con la izquierda hubiera acabado en el suelo). También para vernos, vamos...
Otra de las pelis que vimos fue Slumdog Millionaire, de la que copiamos (o más bien la iniciativa de copiar fue mía) el lenguaje en clave para posibles situaciones anti-canteo o de peligro (también veíamos "Crímenes Imperfectos" en La Sexta, y nos metió el miedo en el cuerpo). ¿Athos? preguntaba yo. ¿Porthos? me respondía Esther; y a continuación el mensaje, también en clave. Supongo que lo mantendremos hasta que se nos ocurra un lenguaje en clave propio, jeje
Y de ahí el nombre de la entrada. Aún siendo mi favorito, teniendo a mi Athos particular, no eché de menos a Aramis ;)

2 comentarios:
Aramis es un mierda! XD
-Por cierto, he actualizado mi blog sin leer el tuyo, eh?-
Un besazooooool
Oye oye, cuidadín con lo que dices de Aramis eh??? que me chivo!
Ha sido un fuego cruzado de blogs, jeje.
Otro beso pa tí!
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