Aunque aquí no hay ningún spoileraco de los gordos...SI NO HABÉIS VISTO GLADIATOR, NO SIGÁIS LEYENDO.
Próximo "etiqueta" a sus recién adquiridos esclavos, según sus cualidades para la lucha. Es el turno de Máximo, el cual se niega a luchar y tira su espada al suelo. Aún así, Próximo ordena a Hagen que le golpee, esperando que éste reaccione y recoja la espada. Pero no da resultado.
Ante un segundo golpe de Hagen, Máximo cae al suelo, pero él sigue negándose a luchar. Es entonces cuando Próximo se da cuenta de que Máximo no es como los demás esclavos.
Justo cuando Hagen va asestarle un tercer golpe, Próximo ordena que pare; "ya le llegará su hora", dice.
Esa última mirada que Máximo le lanza a Hagen está plagada no sólo de indiferencia, sino también de rabia, de resignación y, por qué no, de cierta chulería. Y no está dirigida sólo al esclavo que le ha golpeado, sino al mundo en general. Ha perdido a su familia, ya todo le da igual. Y también ha perdido la fe en lo que él más veneraba: Roma. "La luz", como la llamaba él.
Sin embargo, Máximo no olvida su sed de venganza, solamente sabe que ese no era el momento de recurrir a ella. Mientras llega ese momento...él permanece indiferente.
La escena que sale a continuación también me resulta representativa. Vemos a Máximo raspándose la piel para eliminar el tatuaje del lema de la legión (el famoso Senatus Populusque Romanus)
"¿Es símbolo de tus dioses?", le pregunta Juba. Lo que provoca en Máximo una irónica y leve carcajada.
"¿Eso no hará que se enfaden?", vuelve a preguntar el esclavo. "¿Sí? ¡Pues que se enfaden!" parece decir Máximo asintiendo con la cabeza en un gesto lleno de rabia y odio.
Una vez más, "ignoro" o dejo de lado las escenas más espectaculares de la peli. Como véis, esta no suele llamar la atención, pero a mí me fascina cada vez que la veo.
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